sabato 11 aprile 2009

Mario Quintana - Poeminho do Contra

Tarsila do Amaral (1928) - O Abaporu

Poeminho do Contra

Todos esses que aí estão
Atravancando meu caminho,
Eles passarão...
Eu passarinho!

(Prosa e Verso, 1978)

Pablo Neruda - poema 20


Fernando Botero (2005) - Abu Ghraib

La canción desesperada ... Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Poema 12 Para mi corazón basta tu pecho...


Poema 12

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.



Pablo Neruda - Poema 15 Me gustas cuando callas

Fernando Botero - Mujer delante de una ventana

Me gustas cuando callas

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. . Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. . Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: Déjame que me calle con el silencio tuyo. . Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. . Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda - 20 poemas de amor

Diego Rivera (1941) - Vendedora de flores (Muchacha con lirios)

Veinte poemas de amor y una canción desesperada:

Poema 01… Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos…

Poema 02… En su llama mortal la luz te envuelve…

Poema 03… Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose…

Poema 04… Es la mañana llena de tempestad…

Poema 05… Para que tú me oigas…

Poema 06... Te recuerdo como eras en el último otoño…

Poema 07… Inclinado en las tardes tiro mis trístes redes…

Poema 08… Abeja blanca zumbas ebria de miel en mi alma…

Poema 09… Ebrio de trementina y largos besos…

Poema 10… Hemos perdido aún este crepúsculo…

Poema 11… Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas…

Poema 12… Para mi corazón basta tu pecho…

Poema 13… He ido marcando con cruces de fuego…

Poema 14… Juegas todos los días con la luz del universo…

Poema 15… Me gustas cuando callas porque estas como ausente…

Poema 16… En mi cielo al crepúsculo eres como una nube…

Poema 17… Pensando, enredando sombras en la profunda soledad…

Poema 18… Aquì te amo…

Poema 19… Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas…

Poema 20… Puedo escribir los versos más tristes esta noche…

venerdì 10 aprile 2009

Carlos Drummond de Andrade - Quadrilha

Yole Travassos - Festa Junina

http://www.yoletravassos.com.br/fases.htm

Quadrilha

João amava Teresa que amava Raimundo

que amava Maria que amava Joaquim que amava Lili
que não amava ninguém.
João foi para os Estados Unidos, Teresa para o convento,
Raimundo morreu de desastre, Maria ficou para tia,
Joaquim suicidou-se e Lili casou com J. Pinto Fernandes
que não tinha entrado na história.

Carlos Drummond de Andrade

Construção - Chico Buarque

Construção

Chico Buarque

Composição: Chico Buarque

Amou daquela vez como se fosse a última
Beijou sua mulher como se fosse a última
E cada filho seu como se fosse o único
E atravessou a rua com seu passo tímido
Subiu a construção como se fosse máquina
Ergueu no patamar quatro paredes sólidas
Tijolo com tijolo num desenho mágico
Seus olhos embotados de cimento e lágrima
Sentou pra descansar como se fosse sábado
Comeu feijão com arroz como se fosse um príncipe
Bebeu e soluçou como se fosse um náufrago
Dançou e gargalhou como se ouvisse música
E tropeçou no céu como se fosse um bêbado
E flutuou no ar como se fosse um pássaro
E se acabou no chão feito um pacote flácido
Agonizou no meio do passeio público
Morreu na contramão atrapalhando o tráfego

Amou daquela vez como se fosse o último
Beijou sua mulher como se fosse a única
E cada filho como se fosse o pródigo
E atravessou a rua com seu passo bêbado
Subiu a construção como se fosse sólido
Ergueu no patamar quatro paredes mágicas
Tijolo com tijolo num desenho lógico
Seus olhos embotados de cimento e tráfego
Sentou pra descansar como se fosse um príncipe
Comeu feijão com arroz como se fosse o máximo
Bebeu e soluçou como se fosse máquina
Dançou e gargalhou como se fosse o próximo
E tropeçou no céu como se ouvisse música
E flutuou no ar como se fosse sábado
E se acabou no chão feito um pacote tímido
Agonizou no meio do passeio náufrago
Morreu na contramão atrapalhando o público

Amou daquela vez como se fosse máquina
Beijou sua mulher como se fosse lógico
Ergueu no patamar quatro paredes flácidas
Sentou pra descansar como se fosse um pássaro
E flutuou no ar como se fosse um príncipe
E se acabou no chão feito um pacote bêbado
Morreu na contra-mão atrapalhando o sábado

Por esse pão pra comer, por esse chão prá dormir
A certidão pra nascer e a concessão pra sorrir
Por me deixar respirar, por me deixar existir,
Deus lhe pague
Pela cachaça de graça que a gente tem que engolir
Pela fumaça e a desgraça, que a gente tem que tossir
Pelos andaimes pingentes que a gente tem que cair,
Deus lhe pague
Pela mulher carpideira pra nos louvar e cuspir
E pelas moscas bicheiras a nos beijar e cobrir
E pela paz derradeira que enfim vai nos redimir,
Deus lhe pague

Oliverio Girondo - Poema 12




















Antonio Zapata - Amantes - http://www.zapata.co.at/

POEMA 12


Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehuyen, se evaden, y se entregan.

Oliverio Girondo - Milonga

Emilio Carpanelli - Bailongo.

http://www.emiliocarpanelli.blogspot.com/#


MILONGA

Sobre las mesas,
botellas decapitadas de «champagne» con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de «cocottes»
El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso,
contradice el pelo rojo de la alfombra,
imana los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros,
la jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas,
un poquito de espuma en las axilas y los ojos demasiado aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales.
Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire.
Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro;
mientras en un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas,
como una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.

Rubem Fonseca - Almoço na Serra no domingo de carnaval

Lydia Cristina - Arco de Bouganvilles

http://www.lydiacristina.com/pictures1.html

Almoço na Serra no Domingo de Carnaval

Rubem Fonseca


Na subida da serra uma mulher pequena, de chap
èu de abas largas, fez sinal pedindo carona. Usava minissaia de cetim, bustiê de lantejoulas vermelhas, luvas brancas longas quase até o cotovelo. Parei o carro.

Vai subir? Voz de falsete. Dentes ruins. Batom vermelho brilhante. Tinha qualquer coisa numa das vistas, ligeiramente fechada e remelenta. Pestanas pintadas de r
ímel.

N
ão. Desculpe, eu disse acelerando o carro.

Se fosse uma
mulher eu a teria levado comigo. Vergonha de dar carona para um travesti? Medo do travesti? Ele era tão frágil mas eu tinha medo dele? Era isso? Ou eu me aborrecera por ele noã ser uma mulher e eu queria que o destino pusesse na minha frente uma mulher que me levasse para outro lugar que não aquele para onde eu estava indo?

Ao ver o muro de cerca viva senti um aperto no coraç
ão. Quando atravessei o portão de pedra comecei a chorar. Dei marcha -re e segui pela estrada. A última vez que eu havia chorado fora há tanto tempo que eu até tinha esquecido como era.

Voltei, agora podia olhar a casa sem sobressaltos. Aquelas
árvores estavam ali desde o início do mundo, e também os pássaros, os sapos, os esquilos e o lagarto preto de manchas amarelas que habitava a beira do rio.
A senhorita S
onia está na piscina, vou conduzi-lo até lá, disse o copeiro que me recebeu na varanda da casa.

N
ão preciso, sei o caminho.

Carros nas alamedas. O gramado e o jardim estavam bem cuidados. Havia caramanch
ões novos, cobertos de trepadeiras.

Parei a certa distáncia da piscina cercada de mesas cobertas por enormes guarda-sóis coloridos. As pessoas em trajes de banho deitavam-se em espreguiçadeiras, nadavam, conversavam, bebiam e comiam salgadinhos servidos por garçons de preto. "Apenas um grupo de amigos mais chegados", dissera Sonia. Eram umas cem pessoas.

Voc
ê que é o Zeca?, perguntou uma garota vestida com uma pequena tanga. Eu sou Suely, irmã da Sonia, ela est ãna piscina. Por que você não veste a sua roupa de banho?

Eu n
ão trouxe.

Suely segurou a minha mã
o. Vem que eu vou te arranjar um calção.

N
ão, eu não quero tomar banho de piscina.

Você está muito pàlido, com uma cor horrível.

N
ão quero, obrigado.

Quer beber alguma coisa?

N
ão obrigado. Me faz um favor? Chama Sonia pra mim.

Eu n
ão queria ser apresentado aquela gente, sorrir, apertar mãos.

Sonia veio correndo. Seu corpo queimado de sol parecia feito de cobre. Quis me beijar na boca, mas eu virei o rosto.

O que è? Está zangado?

N
ão. Vai botar o teu calção de banho. Eu não trouxe calção de banho.

Eu te arranjo um. A água da piscina está uma maravilha.

Eu n
ão quero tomar banho de piscina.

Voc
ê está branco demais. Destoante.

Destoante do que ou de quem?

De mim, por exemplo. S
onia riu, dentes muito brancos. Vem que eu quero te apresentar minha mãe e meu pai.

Depois.

Eles querem muito conhecer voc
ê.

Depois.

O que é que voc
Ê tem?

Nada. Tua casa
é bonita.

E voc
¿e ainda não viu tudo, este sítio é enorme. Está vendo lá adiante? Tem um bosque toã grande que a gente até se perde dentro dele. E do outro lado do rio tem um pomar com mais de mil árvores frutíferas. Só jabuticabeiras são mais de cem.

Surgiu ao nosso lado um homem de cal
ção de banho, segurando um copo. Ele colocou a mão com o copo no meu ombro e a outra mão no ombro de Sonia.

Ent
ão este é o jovem que está namorando a minha filha? Onde é que está o seu copo? Não está bebendo nada? E o seu calção?

Sem esperar resposta tocou com o copo frio no meu braço, sorriu e afastou-se. Adiante parou para falar com um ca
sal.

Eu estava morrendo de saudades, disse Sonia.

E o lagarto da beira do rio?

S
onia me olhou sem entender, por alguns segundos.

Ah! o lagarto. Papai mandou o caseiro matar, a mam
ãe morria de medo dele. Como é que você sabia que tinha um lagarto aqui?

Esta casa já foi minha, eu disse. Passei minha vida nela.

È mesmo? Que coisa mais engraçada. Nós compramos o sítio no ano passado.

Ent
ão foi de vocês que nós compramos?

Olhei seu rosto perfeito, saud
ável. Fizeram uma pulseirinha de relógio com a pele do lagarto?, perguntei.

Papai, vem c
á, que coisa mais engraçada.

O pai de S
onia parou de conversar com o casal e se aproximou de nós.

Voc
ê não está bebendo nada, meu rapaz? Não quer um drinque?

Papai, você sabia que esta casa j
á foi do Zeca?

N
ão, não sabia, disse o pai de Sonia, eu não cheguei a conhecer ninguém da sua família, toda a operação foi feita através de um corretor, logo que chegamos de São Paulo. Soube do que aconteceu com vocês. A vida é assim mesmo. Mas vejo que você suportou bem os golpes. Vá botar o seu calção, rapaz. Arranja um drinque para ele, Sonia.

Outro sorriso, nova retirada. O pai dela n
ão parava. Cem convidados.

Vocês fizeram uma pulseirinha com a pele do lagarto? ou uma sandália? ou foi uma carteira de notas para o papai banqu
eiro?
Meu bem, o que está
acontecendo com você? Nunca te vi assim.

Est
ávamos andando por dentro do bosque, indo na direção do rio. Sonia havia colocado um roupão sobre a roupa de banho. Paramos em frente á cachoeira. Tirei o roupão de Sonia e coloquei-o no chão.

Pena que voc
ê não esteja de calção, podíamos tomar um banho de cachoeira, disse Sonia aflita.

Deita, eu disse.

Não, meu bem, por favor.

Agarrei os ombros de S
onia e sacudi o seu corpo.

Por favor, voc
ê está me machucando. Obriguei-a a deitar-se. Arranquei o seu biquíni. Vira de costas, anda.

Voc
ê acha que é assim que um homem trata a mulher que ele ama?

Cala a boca, eu disse, agarrando-a com for
ça. Quando acabei, levantei-me e fui embora sem olhar para trás. Entrei no carro. Desci a serra velozmente. Queria ter coragem para jogar o carro num precipício e acabar com tudo. Mas apenas chorava. Duas vezes no mesmo dia! Que inferno estava acontecendo comigo?


Texto extraído do livro "O Cobrador", Editora Nova Fronteira - Rio de Janeiro, 1979, pág. 159.